Reseña
La obra cumbre de Fr. Dr. Aníbal Fosbery O.P. titulada “La Cultura Católica” (1ª edición en 1999; 2ª edición digital en 2011; 3ª edición ampliada en 2017), es una elaborada síntesis acerca del desarrollo y configuración histórica-doctrinal de la Cultura Católica, desde los comienzos de la Iglesia hasta nuestros días, con el foco puesto tanto en lo conceptual del tema como en la figura de sus principales protagonistas, planteada con método histórico progresivo, de categoría erudita y detallista. Esta obra, reconocida y premiada en diversas ocasiones, constituye el legado doctrinal más destacado, aunque no el único, que el Padre Fosbery dejó a la obra de Iglesia de la cual es el Fundador, tal como expresó en la dedicatoria de la misma: “A los hombres y mujeres de Fasta, que aceptaron el desafío y el compromiso de evangelizar la cultura”.
Comentarios de presentadores
“ La presente obra de Fr. Aníbal E. Fosbery es el producto de una experiencia iniciada poco después del Vaticano II y que en la Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino (FASTA) ha encontrado el lugar apropiado para salir a la luz. No es sólo el producto de la reflexión, sino de la vida iluminada desde la Palabra de Dios y confrontada con la más sana doctrina de la Iglesia. Es un recurso de actualidad, en especial para laicos y sacerdotes (…) necesario y eficaz instrumento de síntesis histórico-doctrinal para clarificar conceptos e imbuirse en el siempre nuevo mundo de las culturas y su pluralidad. Este trabajo es digno de particular estudio por la evidente riqueza y actualidad que emergen de su lectura” (Card. Paul Poupard, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, de su prólogo a la 1ª edición, 1999).
“Doy gracias a Dios porque Fosbery es un hombre que encara con coraje la crisis cultural: la crisis del pensamiento débil. La estamos viviendo y Fosbery la encara con pensamiento fuerte. Estamos enfermos de pensamiento, tenemos debilidad de pensamiento y él encara esta crisis. Fosbery es un plasmador de cultura. Hasta tal punto lo es que su vocación de plasmar cultura lo trasciende a él mismo y se cristaliza en institución. Es un plasmador de cultura que crea una institución que lo va a sobrevivir. Y la Iglesia le está agradecida por esto (…) este camino que hoy estamos viendo, no sólo en su libro, sino en su institución y en su pasión por educar en la cultura” (Card. Jorge Mario Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires, durante la presentación del libro, octubre de 1999).
Selección de párrafos de la obra
“Para que haya cultura, en el sentido católico, es indispensable que el hombre, factor de cultura, conozca su origen y su destino. Sepa de dónde sale y hacia dónde va. Sin esta percepción, que desde lo católico se tiene a modo de certeza de la fe, es imposible que el hombre pueda atravesar la naturaleza, su naturaleza, y transformarla en cultura (…) La Revelación de Dios lo encuentra al hombre con su origen y su destino; le hace trascender la naturaleza (…) y de esta manera lo hace objeto y sujeto de la cultura católica”.
“La Iglesia había logrado integrar, tras un largo proceso de inculturación, la revelación judeo-cristiana con los postulados del pensamiento helenizante y los postulados político-jurídicos del Imperio (…) Teología, Filosofía y Derecho daban las bases para configurar una cultura que, desde la verdad revelada, pudiera ordenar al hombre a su perfección natural y sobrenatural, integrando la fe con el saber, la naturaleza con la gracia, la contemplación con la acción. En la cultura católica el hombre encontraba el espacio adecuado para desplegar todas las potencialidades de su naturaleza, iluminadas por la fe y transfiguradas por la gracia, hacia su destino final, que ya no era simplemente de realización, sino de salvación y glorificación”.
“A pesar que la religiosidad popular expresa un cierto reaseguro contra los embates de la secularización actual, no podemos considerarla como un lugar teológico de esta especie ya que su expresión de fe se muestra en peregrinaciones y otras manifestaciones devocionales que están alrededor de los sacramentos y los sacramentales, pero que no tienen fundamento sobrenatural. Es signo de una confesión de fe recibida de los mayores, con un cierto modo de expresión de fe no cultivada. Sí podríamos asignar a la religiosidad popular un lugar teológico en cuanto manifiesta principios de fe donde poder apoyar argumentos probables que la razón natural alcanza a vislumbrar con respuestas genéricas a los problemas que surgen hoy de la actual “cultura de la muerte”, pero a partir de la autoridad religiosa que emana de nuestra historia patria. Por algo el Papa Francisco ha declarado que la religiosidad popular de nuestros pueblos ha salvado la fe de Latinoamérica. Por algo también, el progreso inmanentista de sabor gramsciano se plantea como objetivo el falsear las historias patrias hasta dejarnos sin historia (…) El tema pasa por considerar cómo debo confesar la fe [sobre todo los laicos] en la sociedad actual, frente a los embates de un laicismo descarado”.
“El Papa Francisco con sus gestos expresa humildad, sencillez, austeridad, comprensión, acercamiento, tolerancia, amistad, buen humor, simpatía, bonhomía. Nada más lejos de él que los comportamientos autoritarios, rígidos, duros, despóticos, arrogantes. Todo en él tiene el tono de una gran magnanimidad. El objetivo claro que lo orienta hacia una «nueva evangelización» lo identifica con una auténtica vocación pastoral y, por eso mismo, misionera. Es cercano a la gente, sencillo y directo en su modo de comunicar, pero para nada «revolucionario» en términos de doctrina. En sus gestos y enseñanzas se integran la “renovación católica” con la fidelidad de la fe (…) Intentar catalogar al Papa Francisco como de «izquierda» o de «derecha», o como «integrista» o «progresista», «liberal» o «tradicionalista», es no entender nada de lo que él quiere transmitir con sus gestos y sus enseñanzas. Él es, sencillamente, un Papa católico que busca la renovación de la Iglesia, conforme a las pautas del Concilio Vaticano y en total fidelidad a su doctrina”.