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Estamos llamados a una comunicación personal

Compartiendo la alegría del Evangelio de persona a persona

En la era digital actual, nos encontramos inmersos en un océano de información. Nuestros dispositivos electrónicos y las redes sociales nos bombardean constantemente con datos, noticias y opiniones. Esta avalancha de información ha llevado a lo que se conoce como “infoxicación”, una sensación abrumadora de saturación informativa que puede dificultar el discernimiento y la conexión genuina con los demás. 

Sin embargo, en medio de esta abundancia de datos, surge una llamada a volver a lo esencial, a redescubrir la comunicación en su forma más auténtica y profunda. En el corazón de esta llamada se encuentra la misión de apostolado y evangelización, un llamado a comunicar con alegría y de persona a persona, porque en última instancia, el centro de toda comunicación es la persona.

La comunicación en clave de misión de apostolado nos invita a adoptar un enfoque más consciente y significativo en nuestras interacciones. Es un recordatorio de que, en un mundo saturado de información, el verdadero impacto no se encuentra en la cantidad de mensajes transmitidos, sino en la calidad de las conexiones que establecemos. Cuando compartimos el mensaje del Evangelio, nuestra tarea no es simplemente transmitir palabras, sino tocar los corazones y transformar vidas. 

Para comunicar con el corazón, primero debemos aprender a escuchar con el corazón. Cada individuo tiene una historia única, una serie de experiencias y emociones que moldean su perspectiva. Al abrirnos a escuchar genuinamente a los demás, no solo estamos demostrando respeto y empatía, sino que también estamos abriendo la puerta a una comunicación más auténtica y enriquecedora. Como seguidores de Cristo, recordamos cómo Él se acercaba a las personas con amor y compasión, escuchando sus preocupaciones y compartiendo su mensaje de esperanza. 

Comunicar en clave de misión de apostolado también implica una planificación estratégica. Si deseamos convocar y llegar a los corazones de las personas, debemos considerar cuidadosamente cómo estructuramos nuestras interacciones. Formar grupos para informar y comunicarse, yendo más allá de las pantallas y acercándonos cara a cara, uno a uno, nos permite construir relaciones más sólidas y significativas. Esta cercanía personal no solo transmite el mensaje del Evangelio de manera más efectiva, sino que también refleja el modelo de Jesús, quien caminó entre la gente, compartiendo su amor y sabiduría directamente. 

En última instancia, la comunicación en clave de misión de apostolado nos llama a acercar al hombre a Cristo a través de un corazón que se comunica. Es un recordatorio de que la autenticidad, la empatía y la conexión personal son esenciales para llevar el mensaje del Evangelio a un mundo sediento de esperanza y significado. 

A medida que navegamos por el mar de información en el que vivimos, mantengamos siempre en el centro de nuestra comunicación a la persona, recordando que cada interacción es una oportunidad para compartir la alegría y el amor de Cristo. 

Que esta llamada a la comunicación personal nos inspire a ser portadores de esperanza y mensajeros de amor en un mundo que anhela corazones genuinos y entregados. 

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