Desde el decreto del CVII “Inter Mirifica” hasta el último mensaje “hacia una plena presencia” del dicasterio de comunicación, la Iglesia tiene mucho para decirnos y sus mensajes constituyen una guía fundamental para entender cómo podemos usar los espacios digitales sin perder nuestra identidad y nuestra misión bautismal en los nuevos areópagos digitales.
Introducción
En la XLVIII JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES en el año 2014 el Papa Francisco nos pide que la comunicación esté al servicio de una auténtica cultura del encuentro. “El compromiso personal es la razón misma de fiabilidad de un comunicador”.
Y es que desde nuestra misión bautismal todos somos “comunicadores” del evangelio. Es cierto algunos se dedican especialmente a esto, pero todos debemos sentirnos interpelados, pues cuando de la fe se trata estamos en todo momento y lugar comunicando.
El Decreto Inter Mirifica (Concilio Vaticano II)
Es común creer que porque las redes sociales son “nuevas” la Iglesia viene atrasada en esta materia, sin embargo, esto no es así. Con fecha del año 1963 el Papa Pablo VI promulgaba el decreto Inter Mirifica, y si bien el mismo apunta a medios de comunicación de la época (radio, televisión, cine y prensa), del mismo se desprenden muchas directrices y buenas prácticas que son más que actuales.
- En el Decreto Inter Mirifica, se destacan varios puntos clave que reflejan la relevancia y la sabiduría de la Iglesia en su enfoque hacia los medios de comunicación.
- Es un documento que reconoce la importancia de los medios de comunicación y su impacto en la sociedad.
- Enfatiza la responsabilidad y enseñanza de los católicos en el uso de los medios de comunicación.
- Destaca la importancia de la libertad de expresión y el respeto en los medios.
- El documento enfatiza la importancia de mantener la ética y la privacidad en los medios.
La presencia de los católicos en las redes sociales
Así también la Iglesia ha elaborado numerosos documentos sobre comunicaciones, pero hay uno, el último: “Hacia una plena presencia, Reflexión pastoral sobre la interacción en las Redes Sociales”, que nos ilumina especialmente para estos tiempos de pantallas, redes sociales, inteligencia artificial, etc.
Intentaré resumir los puntos sobresalientes:
Hace ya bastante que el Papa Francisco nos plantea que estamos ante un cambio epocal, y una de las características de ese cambio es que hay que ir al encuentro del hombre allí donde está, tender puentes de diálogo, sobre todo de escucha para luego poder llevar la nueva buena del evangelio. Las redes sociales son uno de los espacios donde el hombre está hoy: “Los jóvenes -y también las generaciones de más edad- piden que vayamos a su encuentro allá donde están, incluidas las redes sociales, ya que el mundo digital es una parte significativa de la identidad y del estilo de vida de los jóvenes”
Como católicos, enfrentamos nuevos desafíos en el mundo digital, muy a menudo nos preguntamos cómo expresamos nuestra fe en línea y si es posible encontrar una expresión nueva y más completa en el espacio digital.
Es importante ser conscientes de los riesgos de las autopistas digitales, tanto para los nativos digitales como para los inmigrantes digitales. La diferencia entre lo digital y lo presencial es superada por un nuevo concepto donde confluyen la vida de las personas y la sociedad en todas sus manifestaciones, sean digitales o físicas llamado “onlife” más que “online”.
Debemos estar alertas con los “algoritmos” que refuerzan nuestras ideas y nos aíslan en burbujas digitales creadas por los filtros. Verificar la veracidad de la información en línea se vuelve cada vez más difícil, ya que la personalización de los resultados generados por estos algoritmos nos expone a información parcial que confirma nuestras propias ideas.
El documento nos advierte sobre nuestro apego a la indiferencia y a trazar líneas entre “nosotros” y “ellos”, lo que nos impide sentir compasión por los demás y sus sufrimientos.
Como hijos de Jesús, hemos experimentado su mirada misericordiosa y sabemos que una buena comunicación comienza con la escucha de la persona frente a nosotros. Ser cercanos en las redes sociales requiere cierta intencionalidad del corazón, comenzando por la capacidad de estar atentos y sentir la realidad del otro. Es común creer que en el mundo digital no hay personas que se sienten heridas ante comentarios.
También el documento nos revela que es importante dejar de vez en cuando “el ruido digital” para orar y meditar el misterio de Cristo crucificado por nosotros. Sin silencio o espacio para la reflexión tranquila podemos perder la profundidad de nuestra relación con Dios y, como consecuencia, con los demás.
La escucha proviene del silencio, debemos escuchar al Espíritu Santo para poder escucharnos entre nosotros. Si creemos que sabemos la verdad y consideramos nuestra opinión más importante que la de los demás sin disposición a entablar diálogos, no podremos lograr mentes y corazones dispuestos.
El mundo digital presenta nuevos desafíos para nuestras comunidades y las redes sociales muchas veces contribuyen a la difusión de discusiones negativas y airadas al promover la falta de tolerancia, los insultos y las mentiras. Estas interacciones son diferentes de las que ocurren en el entorno físico. Para crear una comunidad en línea saludable, debemos superar nuestras diferencias y encontrar soluciones. Necesitamos crear juntos eventos en las redes sociales donde las personas puedan tener debates y resolver diferencias en un espíritu de respeto mutuo e iluminados siempre por el Espíritu Santo. Además, necesitamos capacitar a las comunidades para que gestionen los debates y el respeto en este nuevo areópago digital, si es necesario también practicar la “corrección fraterna digital”.
En las redes sociales, tenemos que decidir si ser buenos samaritanos o transeúntes descuidados. Estamos llamados a reconocer al prójimo y mirar más allá con aquellos que encontramos en el camino digital.
Decálogo para la participación en el mundo digital
- Permanecer fiel a nuestras creencias y valores católicos al interactuar en línea. Ser coherentes en las palabras y acciones.
- Tratar a los demás con respeto, cortesía y amabilidad, incluso en medio de las diferencias de opinión. No caer en discursos que rompan el diálogo o en la violencia verbal.
- Buscar construir puentes, reconociendo la dignidad de cada persona y valorando su perspectiva, aunque sea diferente a la propia.
- Ser un testigo de esperanza: Compartir mensajes y contenidos que inspiren, brinden consuelo y promuevan la esperanza en medio de los desafíos actuales.
- Evitar la difusión de noticias falsas o erróneas: Verificar la información antes de compartirla, investigar, no todo lo que dice “Google” es así. Ser responsable al compartir contenido. Tener cuidado con el contenido generado por IA (Inteligencia Artificial).
- Participar en debates saludables y constructivos. Escuchar atentamente a los demás y expresar ideas de manera clara y respetuosa.
- Promover valores cristianos: que tus publicaciones reflejen los principios del Evangelio.
- Ser conscientes del tiempo que pasamos en línea: Establecer límites y equilibrar la presencia en las redes sociales.
- Contemplar y dar lo contemplado: Mantenerse formado sobre la enseñanza de la Iglesia y la actualidad relacionada con la fe.
- Ser un faro de luz: Permanecer firmes en la fe y dejar que nuestra presencia en línea sea un reflejo del amor de Cristo.
El “estilo” de DIOS, ¿qué debemos hacer?:
El Papa Francisco destaca tres actitudes que considera características del “estilo” de Dios: cercanía, compasión y ternura.
Por lo tanto, nos preguntamos cómo podemos reflejar este “estilo” de Dios en las redes sociales, tal vez empezar a definir un estilo Fasteano para el mundo digital.
En primer lugar, debemos recordar que todo lo que compartimos en nuestras publicaciones, comentarios y acciones en las redes sociales debe estar en línea con el estilo que aprendimos de Cristo, del magisterio de la Iglesia y de nuestra cultura católica.
Cristo transmitió su mensaje no sólo con palabras, sino con su vida, demostrándonos que la comunicación en su nivel más profundo es entregarse en amor, el testimonio de vida será siempre la manera más fuerte de “influir” en los demás.
Si deseamos comunicar la Verdad, debemos asegurarnos de transmitir información veraz, tanto al crear contenido como al compartirlo.
Para comunicar la Bondad, necesitamos un contenido de calidad que promueva acciones positivas en lugar de participar en discusiones estériles.
Para comunicar la Belleza, debemos asegurarnos de transmitir un mensaje completo, lo cual requiere el arte de la contemplación, que nos permite ver la realidad en relación con otros aspectos. El “contemplata aliis tradere” de nuestra espiritualidad heredada también debe ponerse de manifiesto en la cultura digital.
Es esencial actuar no sólo como individuos, sino también como comunidades. No debemos buscar ser sólo “influyentes individuales”, sino “tejedores de comunión”, compartiendo nuestros talentos y habilidades, conocimientos y sugerencias.
Cada uno de nosotros tiene influencia, independientemente del número de seguidores que tenga.
El estilo cristiano debe ser reflexivo, no reactivo.
En las redes sociales, a menudo nos centramos en difundir información, sin embargo, como cristianos, debemos ser conocidos no solo por nuestra capacidad para compartir contenido religioso interesante, sino también por nuestra disponibilidad para escuchar y discernir antes de actuar.
Recordemos que Jesús no buscaba “aumentar” su audiencia, sino revelar el amor del Padre.
“Necesitamos, por tanto, reconstruir los espacios digitales para que se conviertan en entornos más humanos y saludables.”
Fuentes para la elaboración de este artículo:
https://www.vatican.va/roman_curia/dpc/documents/20230528_dpc-verso-piena-presenza_es.html
https://www.vatican.va/content/romancuria/es/dicasteri/dicastero-per-la-comunicazione/documenti.html