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Santa Catalina de Siena

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Catalina nació el 25 de marzo de 1347 en Italia,  siendo la 24ª hija de veinticinco hermanos. Desde pequeña podemos ver cómo su vida estaba dedicada a  Dios  y  entregada a la Iglesia. Muere el 29 de abril de 1380 en Roma, domingo anterior a la fiesta de la Ascensión.  

En este día en el que celebramos a nuestra Santa Patrona, recordamos las palabras de San Juan Pablo II en el VI centenario de su muerte quien la propone como modelo para todos los hombres:

“La amantísima Providencia de Dios manifiesta claramente que el Señor es al mismo tiempo autor y protagonista de la historia y que suscita constantemente nuevas luces en el camino de los hombres […]. Esto se manifiesta de modo evidente en la vida y en las obras de Santa Catalina de Siena. Con tal motivo, me complazco en proponerla como ejemplo a los fieles no sólo de Italia, sino del mundo entero.”

Santa Catalina de Siena es una santa para nuestro tiempo, aunque el contexto y las  circunstancias sean diferentes, ella nos enseña a poner siempre la mirada en Cristo y desde  allí cumplir con la misión que el Padre le encomienda a cada uno en particular, pero siempre  abrevando de la única fuente: la Misericordia de Dios.  

Veamos algunos puntos de su vida que nos muestran la vigencia de su testimonio como modelo y patrona de la Ciudad Miliciana: 

Una vida de contemplación y acción en el mundo

Catalina tenía una profunda espiritualidad habitando siempre lo que ella llamaba la celda interior. Sin embargo, esta vida interior no estuvo separada de una intensa misión apostólica, a la cual el Señor mismo la invitó como leemos en la biografía escrita por su confesor 

“Un alma que brillaba con luz tan esplendorosa no podía permanecer oculta. La esposa estaba ya en condiciones de devolver con intereses los talentos que el Señor le había confiado. «-Abre para mí -se le dijo- las puertas de las almas de modo que yo pueda entrar en ellas. Abre el camino por donde mis ovejas irán en busca de alimento, del celestial tesoro de la verdad y de la gracia.”

La salvación de las almas motivaba toda su actividad y esto se fue reflejando en la creación en torno a sí  de una comunidad de discípulos o hijos espirituales llamada la “Bella Brigata”, quienes acompañaban a Catalina abrevando de su doctrina. 

Otro punto en el que Catalina es modelo fue su profundo amor hacia la Iglesia

La santa vivió en el siglo XVI que fue una época difícil para la vida eclesial “Santa Catalina amó a la Iglesia en el doble aspecto de su naturaleza; a saber, el místico, espiritual, invisible, esencial, fundido con Cristo redentor glorioso, que no cesa de derramar su sangre, (¿quién habló de la Sangre de Cristo tanto como Catalina?), sobre el mundo, a través de la Iglesia; y el otro aspecto humano, histórico, jerárquico, que es el que vemos, pero que jamás se separa del otro.”

También vemos este amor reflejado en las expresiones y toda la labor que realizó por el Sumo Pontífice al que le llamaba il dolce nostro Cristo in terra (nuestro dulce Cristo en la tierra)

Le pidamos especialmente a Catalina que nos ayude a vivir contemplando y construyendo la presencia del Reino de Dios en nuestros corazones y sirviendo con amor la Iglesia, Esposa de Cristo

“Señor Dios, que hiciste a santa Catalina de Siena arder de amor divino en la contemplación de  la pasión de tu Hijo y en su entrega al servicio de la Iglesia, concédenos, por su intercesión,  vivir asociados al misterio de Cristo para que podamos llenarnos de alegría con la  manifestación de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que contigo y el Espíritu  Santo vive y reina en unidad, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.” 

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