Te invito a leer
Decálogo de la serenidad de San Juan XXIII
- Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente al día, sin querer resolver los problemas de mi vida todos de una vez.
- Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto: cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé criticar o disciplinar a nadie, sino a mí mismo.
- Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en éste también.
- Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten todas a mis deseos.
- Sólo por hoy dedicaré diez minutos a una buena lectura; recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.
- Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.
- Sólo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer; y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.
- Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
- Sólo por hoy creeré firmemente -aunque las circunstancias demuestren lo contrario, que la buena Providencia de Dios se ocupa de mí, como si nadie más existiera en el mundo.
- Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.
Te invito a meditar
Queridos hermanos:
Estamos celebrando la memoria de San Juan XXIII, Papa y patrono secundario de la Ciudad Miliciana, que nos ha dejado, cómo parte de sus variadas enseñanzas, el decálogo de la serenidad, que nos brinda un camino para sacar lo mejor de nosotros cada día, un camino de santidad cotidiana, que consta de acciones pequeñas (hasta podríamos decir insignificantes), pero que la perseverancia y la serenidad diaria van modelando la santidad en nuestras vidas.
Además, San Juan XXIII, el Papa Bueno, tuvo la gran misión de convocar el Concilio Ecuménico Vaticano II, para poner al día a la Iglesia para la evangelización del mundo contemporáneo. Por eso, me gustaría compartir con ustedes, entre los distintos aspectos del discurso de apertura del Concilio, un párrafo que parece nos estuviera hablando a los miembros de Fasta, distinguiendo la fidelidad a la verdad revelada de la forma de transmitirla, que se puede renovar y actualizar para llegar a las personas de las distintas épocas y culturas:
“El espíritu cristiano y católico del mundo entero espera que se de un paso adelante hacia una penetración doctrinal y una formación de las conciencias que esté en correspondencia más perfecta con la fidelidad a la auténtica doctrina, estudiando ésta y exponiéndola a través de las formas de investigación y de las fórmulas literarias del pensamiento moderno. Una cosa es la substancia de la antigua doctrina, del “depositum fidei”, y otra la manera de formular su expresión; y de ello ha de tenerse gran cuenta —con paciencia, si necesario fuese— ateniéndose a las normas y exigencias de un magisterio de carácter predominantemente pastoral.” (San Juan XXIII, Discurso de apertura del CVII)
Retomando el decálogo del Papa Bueno, o también conocido como ‘sólo por hoy’, meditemos, también con una reflexión de nuestro Fundador, que nos habla de estar preparados:
“No sabemos el día ni la hora del encuentro último y definitivo con el Señor pero caminamos en dirección a ese encuentro. Lo que el Señor quiere resaltar con esta parábola es la necesidad de estar siempre prevenidos. No sabemos las cosas que nos van a pasar, no tenemos claro que situaciones vamos a vivir, cuáles van a ser los caminos que recorremos, las circunstancias que atravesamos, las personas, situaciones y hechos. Es imposible saber eso. Pero hay algo que sí tenemos como absolutamente cierto y seguro: en el final de todas estas realidades de nuestra vida está el Señor.” (Fosbery, Reflexiones sobre textos del Evangelio de San Mateo –Tiempo Ordinario Volumen II–, pág. 321)
Que San Juan XXIII proteja e interceda por toda la Iglesia, la Ciudad Miliciana y cada uno de nosotros para que podamos ser fieles a la Palabra de Dios y al Magisterio de la Iglesia, buscando transmitirlas al hombre de hoy, principalmente con el testimonio de nuestras vidas.
P. David A. Bertinetti
Te invito a rezar
Oración al Espíritu Santo en la Solemnidad de Pentecostés (de San Juan XXIII, 10 de junio de 1962)
¡Oh Santo Espíritu Paráclito, perfecciona en nosotros la obra comenzada por Jesús, haz fuerte y continua la oración que elevamos en nombre de todo el mundo: acelera para cada uno de nosotros el tiempo de una profunda vida interior; da impulso a nuestro apostolado que quiere llegar a todos los hombres y a todos los pueblos, redimidos con la Sangre de Cristo y todos herencia suya. Mortifica en nosotros la presunción natural y elévanos a las regiones de la santa humildad, del verdadero temor de Dios, del generosa ánimo. Que ningún lazo terreno nos impida hacer honor a nuestra vocación; ningún interés, por negligencia nuestra, debilite las exigencias de la justicia; que ningún cálculo estreche los espacios inmensos de la caridad dentro de las estrecheces de los pequeños egoísmos. Que todo sea grande en nosotros: la búsqueda y el culto de la verdad, la prontitud para el sacrificio hasta la cruz y la muerte, y que todo, finalmente, responda a la última oración del Hijo al Padre Celestial y a aquella efusión que de Ti, oh Santo Espíritu del amor, el Padre y el Hijo desearon sobre la Iglesia y sobre las instituciones, sobre cada una de las almas y de los pueblos. Amén, amén, alleluia, alleluia!