Santiago fue misionero durante dos años, entre 2018 y 2019, en la Fundación de Fasta Resistencia, específicamente en el Ruca Cupai Porá, como Jefe de Milicianos y Asesor de la Agrupación Masculina.
Hoy casado con Candelaria Garnero y su hijo Juan Agustín recuerda cómo fue que sintió el llamado de Dios para ir a misionar, su experiencia y deja un mensaje a los jóvenes para que se animen a dedicar un momento de su vida a llevar el Evangelio a nuevas comunidades.
En el 2016, en un momento de Adoración al Santísimo que hacían con la Agrupación Milicianos del Ruca Pampero, empezó a sentir el llamado de Dios a través de una imagen de la cruz que venía con el mensaje de ir a misionar. Habiéndolo rezado por un tiempo decidió hablarlo con el Padre Lisandro Sacarabino, quien era capellán del Ruca en ese momento y le dijo “ante esto, a uno lo que le toca es estar dispuesto a lo que Dios te pide”.
“La experiencia de misión es muy enriquecedora y desafiante (…) uno da todo lo que tiene pero la verdad es que recibe muchísimo más de lo que uno tiene para ofrecer” expresa Santiago y luego agregó “toda esta experiencia te asombra y te re-enamora de Dios y de Fasta”.
También destaca que los misioneros en las comunidades son muy bien recibidos porque los están esperando con muchas ansias. El misionero es aquella persona que les lleva a Fasta. Lo más importante es que cuando uno va a misionar tiene que estar predispuesto a aceptar lo que Dios disponga y dejar de lado toda su vida para así enfocar su corazón y su espíritu en ser mensajero de Cristo.
Finalmente Santiago les dice a los jóvenes “Dios no da más de lo que uno no puede manejar”. Por eso hay que pensarlo y rezarlo. Ir a misionar a una nueva comunidad es algo increíble, único y sus frutos perduran para toda la vida.
