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Santa Catalina de Siena

“Catalina es una de los nuestros, fue igual que nosotros, una hija de Dios, una bautizada en el misterio de Cristo, una llamada y convocada por el Padre para seguir los caminos de salvación. Igual que vos, igual que yo. La diferencia es que ella creyó, se entregó, amó. Y por eso Dios hizo con ella lo que hizo”.

Fray Aníbal E. Aníbal Fosbery O.P

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¿Qué lugar tiene Santa Catalina en la obra de Fasta?

De nuestro Fundador recibimos la rica herencia espiritual de la Orden de Predicadores. De la espiritualidad dominicana aprendimos a rezar, a amar a nuestra Madre la Virgen, a vivir en la libertad interior, a recorrer el camino de las bienaventuranzas, a amar a los santos dominicos. Y así, con toda esa riqueza espiritual se fue fortaleciendo nuestra Ciudad Miliciana. 

Es importante destacar que esta espiritualidad dominicana la encontramos encarnada en todos los santos de la Orden; y de ellos, nosotros queremos aprender a vivir nuestra fe y nuestra comunión con Cristo. Al respecto decía el Padre Fosbery: “El Patriarca Domingo y los santos y beatos dominicos son los modelos concretos de santidad que la Orden pone a nuestra consideración, no sólo para admirar sino, con las particularidades que introducen el tiempo y la realidad personal, también para imitar”. (La espiritualidad de Fasta, pág. 41)

Luego del Patriarca Domingo y de nuestro patrono Santo Tomás de Aquino, aparece la figura de una gran mujer fruto de la Orden de Predicadores, quién también es patrona y protectora de Fasta, y es nuestra querida Santa Catalina de Siena. Ella fue una mujer laica, terciaria dominica, que vivió en el siglo XIV, en tiempos turbulentos para Italia, su país natal; y tiempos también difíciles para la Iglesia toda. ¿Y por qué esta mujer, que vivió hace tantos años, tiene algo para decirnos hoy? ¿Cómo se hace presente en la obra de Fasta?

Santa Catalina de Siena es en Fasta la patrona de las mujeres, y en ella vemos reflejado el ideal de miliciana de Fasta. Ella encarna la dulzura unida a la fortaleza, la pasión con la ternura, la convicción y la capacidad de diálogo. En ella se conjuga la fuerza de la oración y el celo en el apostolado. De allí que en la santa de Siena, el Padre Fosbery encontró el modelo de mujer valiente, comprometido y audaz que el mundo necesita. En medio de un mundo que nos propone tantos aparentes modelos, Catalina aparece como arquetipo de una mujer que encontrando su fuerza en el Señor, sale al mundo a cumplir con la misión encomendada, sea en los turbulentos conflictos políticos, en ámbito eclesial o en la tarea más pequeña en lo escondido del hospital de Siena. 

El gran legado de Catalina de Siena como maestra espiritual nos ayuda a entender nuestra relación con el Señor desde este centro íntimo y privilegiado que es la celda interior. Allí, en la celda del conocimiento de Dios, y del conocimiento de uno mismo, se puede vivir en comunión con el Señor y en intimidad con Él, aún viviendo en medio del apostolado o del trabajo cotidiano. Habitando esta celda interior, encontramos la fuerza para encarar con entusiasmo y vigor las tareas de cada día. 

También tomamos a Santa Catalina como modelo de acción, de compromiso con las causas comunes, porque su sed de almas y la pasión por la Iglesia motivaron todo su accionar. Le pedimos a la santa de Siena que motive nuestro apostolado y nuestro amor por la Iglesia, y que sean estos dos grandes amores los que animen todo lo que hacemos en nuestra Ciudad Miliciana. 

La fiesta de Santa Catalina de Siena es una oportunidad para seguir conociéndola, profundizando su vida, su legado, sus escritos. Pero lejos de sentirla inalcanzable, es una ocasión especial para unirnos a ella de modo íntimo y familiar, viendo en ella un modelo real y concreto. 

“La invocamos a Catalina y además la queremos contemplar para que sea ella un modelo, también sea un camino para nosotros, porque Catalina es una de los nuestros, fue igual que nosotros, una hija de Dios, una bautizada en el misterio de Cristo, una llamada y convocada por el Padre para seguir los caminos de salvación. Igual que vos, igual que yo. La diferencia es que ella creyó, se entregó, amó. Y por eso Dios hizo con ella lo que hizo”. (Fr. Anibal Fosbery)

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