San Pablo VI en su pontificado comprendió que la evangelización debía ser una prioridad en su tarea, misión que llevó adelante desde lo doctrinal con distintas exhortaciones y desde lo pastoral ya que fue el primero en visitar en tal condición los cinco continentes.
La providencia le impondría la tarea de continuar y clausurar el Concilio Ecumenico Vaticano II. Este Concilio implicaría un cambio de paradigma en la forma de concebir la participación del laico en la misión apostólica de la Iglesia, al otorgarle la responsabilidad protagónica de ordenar las estructuras temporales a la luz del Evangelio.
El espíritu e impronta de dicho Concilio fue determinante para nuestro Padre Fundador al momento de concebir la Milicia Juvenil Santo Tomás de Aquino –hoy Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino– como un movimiento de laicos al servicio de la evangelización de la familia, la cultura y la juventud.
San Pablo VI realizó también un aporte invaluable para la Cultura Católica a través de las enseñanzas en torno a temáticas tan diversas como complejas, tales como la misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo, el desarrollo y el progreso de las comunidades y la regulación de la natalidad.
A su vez, es relevante destacar que este Papa honró a la Santísima Virgen María con el título de “Madre de la Iglesia”, que nos confirma a los milicianos en nuestra profunda devoción a Ella en tanto partícipes de la espiritualidad dominicana.
San Pablo VI supo promover, también, el estudio de nuestro Patrono Santo Tomás de Aquino, lo cual se verifica en los documentos del Concilio Vaticano II y en su carta Lumen Ecclesiae.
El referido pontífice, Pontífice, reconociendo el legado doctrinal de Santa Catalina de Siena, patrona de la Fraternidad de las catherinas, la distinguió como “Doctora de la Iglesia”, junto a Santa Teresa de Jesús.
Estos son algunos de los motivos que evidencian la significativa importancia que el Pontificado del Santo Papa Pablo VI reviste para Fasta y, con gratitud y afecto, es desde el año 2020 Patrono Secundario de la Ciudad Miliciana.
Ante los momentos de dificultad, Pablo VI recitaba esta oración pidiendo al Señor su misericordia:
Señor, yo creo; quiero creer en ti.
Oh, Señor, que mi fe sea plena.
Oh Señor, deja que mi fe sea libre.
Oh, Señor, que mi fe sea cierta.
Oh Señor, que mi fe sea fuerte.
Oh Señor, que mi fe sea alegre.
Oh Señor, que mi fe sea laboriosa.
Oh Señor, que mi fe sea humilde.
Amén