En respuesta a la convocatoria realizada por la Dirección Nacional de Familia, miembros de la Comunidad de Escucha y Acompañamiento participaron del Encuentro Anual de Directores de Familia desarrollado en Córdoba el sábado 5 y domingo 6 de abril.
Siguiendo los pasos de la Iglesia, que es madre y maestra, Fasta viene trabajando en torno al giro antropológico y cultural que significa la cultura del cuidado, desde la cual llama a sanar y asistir a las personas y comunidades sufrientes, a la personas y comunidades vulnerables, sabiendo que todos, por nuestra condición humana, podemos ser heridos y somos vulnerables.
En este marco la Lic. Cristina Petit de Monestes, la Cath. Ofelia Giunta y el Dr. Eduardo Cuvertino abordaron tres aspectos de una nueva mirada sobre el acompañamiento a las familias: las heridas en la familia y como pueden afectar sus logros, el discernimiento espiritual en familia y la escucha frente a la vulnerabilidad: un camino para ayudar a sanar.
Los tres espacios complementaron un recorrido que llevó a los presentes a reflexionar sobre: la misericordia como eje de toda relación, a imagen de la infinita misericordia de Jesús; sobre la responsabilidad emocional de todo en la vida comunitaria y en la construcción de de vínculos sanos; sobre el rol de la humildad como esencial a la misericordia; y sobre la necesidad de asumir la dignidad humana desde una condición de hermanos.
Al plantear diversos tipos de abuso y de traumas que pueden presentarse en el seno familiar o comunitario, compartieron la convocatoria del Papa Francisco a “escuchar con el corazón, para que cada testimonio no encuentre registros que completar, sino entrañas de misericordia de las que renacer” y a lograr que “ la protección se convierta en un lenguaje universal”.
Finalmente profundizaron la importancia de la escucha para el acompañamiento. Un concepto de escucha que es esencialmente de empatía, de aproximación, de abrazo, que debe recrear al Dios que nos crea. Un Dios que nos ama pero que sobre todo nos cuida, un Dios todo cuidadoso, experto en trauma y en dolor.
La imagen del Cristo buen pastor acompañó el final del recorrido convocando a cada uno a la conversión a una escucha misteriosa de pastoreo, de acompañamiento, a una forma comunitaria de cuidarse, de crecer en una espiritualidad del cuidado para recrear comunidades y estructuras capaces de llegar al corazón de las personas.