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Presentes en el III Congreso Latinoamericano sobre “Vulnerabilidad y Abuso”

En el marco de su política prioritaria de cuidado de personas Fasta participó de la propuesta del Ceprome Latinoamérica.

Del 12 al 14 de marzo se desarrolló en la Ciudad de Panamá un nuevo Congreso promovido por el Centro de Investigación y formación para la protección del menor (CEPROME) Latinoamérica con el respaldo y participación de la Pontificia Comisión para la protección del menor, del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM) y la arquidiócesis de Panamá. 

El cardenal Sean O´Malley, arzobispo de Boston y presidente de la comisión pontificia participó de la bienvenida a los presentes y fue de los principales oradores. 

En representación de la institución y en cumplimiento de la agenda de capacitación planificada para dicha temática la Catherina Agustina Vissani, miembro de la Comunidad de Escucha y Acompañamiento, fue parte de los 4 argentinos que participaron del mismo. En la foto, junto al Pbro. Martín Cabrera, sacerdote de Cáritas Latinoamérica y a la Lic. Florencia Costas, psicóloga de la Diócesis de Buenos Aires y miembro del equipo de asesores externos de la Comunidad de Escucha. 

El Congreso se propuso abordar la prevención del abuso desde una mirada más amplia y llamó a reflexionar sobre el cuidado que la Iglesia puede brindar desde el apostolado de la prevención. “Me parece muy importante que abordemos en este Congreso la cuestión de la vulnerabilidad desde distintas perspectivas, para entenderlo con mayor profundidad y no quedarnos en los eslóganes”  (Dr. Jordi Pujol, consultor de comunicación de la Pontificia Comisión para la Tutela de Menores).

La mirada propuesta se amplía proponiendo abordar dinámicas que se relacionan con el manejo del poder y de la autoridad en la Iglesia. Es decir conductas abusivas que a lo mejor pueden no constituir delito en algunos casos, pero que pueden causar mucho daño a las personas que las sufren y también a la misma Iglesia. Son los abusos de poder, de autoridad, de conciencia y espirituales.

También se amplía el espectro de quienes pueden ser víctimas de estos comportamientos: no sólo los niños y adolescentes, sino también las personas adultas que hayan pasado por una situación relacionada.

Enriquecedora participación institucional que permite compartir y estar conectados con personas e instituciones de la Iglesia comprometidos en crear una cultura positiva, una cultura sana de comunidades que se cuidan entre ellas. 

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