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Hacerse como niños

Celebrando los 40 años de la Fraternidad Sacerdotal, te compartimos esta anécdota del Padre Andrés Quiroga.

Estando de misión en Tucumán, me tocó acompañar un campamento en La Merced, Catamarca. En medio de un paisaje y un ambiente bastante salvaje, además de muchos otros insectos, había “coyuyos” (en otros lugares los llaman chicharras, cigarras, etc.). En algunos momentos del día, aunque parezca mentira, el ruido de esos bichos se hacía ensordecedor. 

Como no teníamos capilla, celebramos misa con la sección escuderos a la sombra de algún árbol y con una mesa como altar improvisado. En medio de la misa, ya por la liturgia de la Palabra, el ruido de los coyuyos era bastante molesto, yo tenía que forzar bastante la voz y este era un motivo más de distracción para los escuderos. Entonces recordé una anécdota de las florecillas de San Francisco y se las conté a los niños. El Santo estaba predicando cierta vez y las alondras piaban tan fuerte que no se podía escuchar su voz. Entonces, Francisco, conocido por su capacidad de hablar con los animales, les pidió que hicieran silencio. Las alondras se callaron y así él pudo predicar.

Los escuderos me dijeron que yo podía hacer lo mismo. Lo cual me causó gracia. Entonces, mirando hacia los árboles y sin mucha confianza, hice un gesto y les dije a los insectos: “Shhh”.

Por supuesto (por mi falta de fe), el ruido siguió igual o peor que antes.

Un escudero me dijo entre sorprendido y dándome una lección: “¡¡Padre!! ¡¡Así no!! ¡¡Con fe!!”. Y él hizo lo mismo que había hecho yo, un gesto y: “Shhh”.

Para mi sorpresa, se callaron en ese instante todos los coyuyos y la misa pudo seguir sin problemas. ¡Te alabo Padre porque has revelado los misterios del reino a los pequeños!

Años más tarde, celebrando la misa en otro campamento, esta vez en Rosario, ocurrió algo parecido, pero con los loros que gritaban de tal manera que era difícil escuchar y hablar. Me acordé de aquella vez en Catamarca. Pero esta vez no dije nada. En el instante mismo de la consagración todas las aves hicieron un silencio como de respeto y adoración.

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