El Santo Padre, el Papa Francisco en su discurso a Fasta:
“Otro testimonio que nos ha dejado santo Tomás fue su profunda relación con Dios, que se manifiesta, por ejemplo, en la adoración a Jesús en su presencia real en la Eucaristía. Sabemos que él fue el autor de hermosos himnos eucarísticos usados hasta el día de hoy en la Liturgia de la Iglesia. Su espiritualidad le ayudaba a descubrir el misterio de Dios, mientras que sus talentos hacían posible que lo plasmara por escrito.
Esto es un dato importante: para desentrañar la presencia del Señor en el mundo, en los acontecimientos, es necesario orar, tener el corazón unido al de Jesús en el sagrario. Así nuestro espíritu se alimenta, se fortalece, las potencias humanas, como la inteligencia, se perfeccionan, y somos capaces de ver de un modo trascendente cada situación, incluso aquellas que ante la lógica humana solamente pueden presentar un panorama desalentador. Precisamente, la fe y la razón, cuando caminan de la mano, son capaces de potenciar la cultura del ser humano, impregnar de sentido el mundo, y construir sociedades más humanas, más fraternas, y por consecuencia, más llenas de Dios”
Oré, y me fue dada la prudencia, supliqué, y descendió sobre mí el espíritu de la Sabiduría. La preferí a los cetros y a los tronos, y tuve por nada las riquezas en comparación con ella. No la igualé a la piedra más preciosa, porque todo el oro, comparado con ella, es un poco de arena; y la plata, a su lado, será considerada como barro.
La amé más que a la salud y a la hermosura, y la quise más que a la luz del día, porque su resplandor no tiene ocaso.
Que Dios me conceda hablar con inteligencia, y que mis pensamientos sean dignos de los dones recibidos, porque él mismo es el guía de la Sabiduría y el que dirige a los sabios. En sus manos estamos nosotros y nuestras palabras, y también todo el saber y la destreza para obrar.
Palabra de Dios.
Acabamos de escuchar la palabra de Dios a partir del libro de la Sabiduría que la Iglesia nos propone como primera lectura para la memoria de Santo Tomás de Aquino, nuestro santo patrono.
Siguiendo el espíritu de este texto sapiencial que tanto gustó el Doctor Angélico cada uno de nosotros como miembros de FASTA podemos en su fiesta animarnos a pedir esta gracia: Buscar la Sabiduría que nace de lo alto.
La sed de verdad que tuvo Santo Tomás a lo largo de su vida lo llevo a ser discípulo preclaro del Hijo de Dios que es la Sabiduría del Padre. Su vida todo es una consagración a la búsqueda de la verdad y a tratar las grandes preguntas que los hombres de todos los tiempos tienen en su corazón, buscando la verdad de las cosas y la verdad de Dios. Hoy también nosotros tenemos que animarnos a buscar con prudencia ese encuentro con Cristo, Sabiduría Divina, Hijo Amado del Padre, para que en nuestra -experiencia personal imitemos al Santo Doctor que hoy recordamos.
Volvamos a escuchar las palabras del texto sagrado:
“La preferí a los cetros y a los tronos, y tuve por nada las riquezas en comparación con ella. No la igualé a la piedra más preciosa, porque todo el oro, comparado con ella, es un poco de arena; y la plata, a su lado, será considerada como barro”
Tengamos hasta el final de nuestra vida la misma actitud que tuvo Santo Tomás de Aquino, ser profundos contemplativos de la Verdad para dar a otros lo contemplado. De esta manera, llegaremos al final de nuestra vida haciendo la misma y única opción propia de los santos: Te quiero sólo a ti Señor.
Que Santo Tomás de Aquino patrono de nuestra Ciudad Miliciana interceda para que a los pies del Divino Sacramento aprendamos a pedir todos los días la Sabiduría que nos haga discípulos de la Verdad y testigos del único Maestro.
Concédeme, Dios misericordioso,
el poder desear con fervor aquello que tú apruebas,
buscarlo con prudencia, reconocerlo con verdad,
cumplirlo con perfección, para alabanza y gloria de tu nombre.
Pon orden en mi vida,
y concédeme cumplir con lo que Tú quieras que yo haga,
como se deba hacer y de la manera más útil para mi alma.
Déjame ir hacia ti, Señor,
por un camino seguro, recto, agradable y que me lleve hasta la meta,
un camino que no se pierda entre las prosperidades y las
adversidades,
para que yo te agradezca la prosperidad y que en la adversidad tenga
paciencia,
no dejando que las primeras me exalten, ni las segundas me venzan.
Que nada me alegre, ni me entristezca,
más allá de lo que me lleve hacia ti, allá donde quiero llegar.
Que no desee ni tema no agradarle a nadie que no seas Tú.
Que todo lo perecedero se vuelva vil ante mis ojos por ti, Señor,
y que todo aquello que te toque sea amado por mí,
pero Tú, mi Dios, lo serás más que todo…
Que yo no desee nada más que no seas Tú…
Concédeme, Señor Dios, una inteligencia que te conozca,
una complacencia que te busque, una sabiduría que te encuentre,
una vida que te complazca,
una perseverancia que te espere con confianza
y una confianza que, al final, te posea.
Concédeme estar afligido de tus penas por la penitencia,
usar el camino de tus favores para la gracia,
regocijarme de tus alegrías, sobre todo en la patria para la gloria.
Tú que, siendo Dios, vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén