Sin duda alguna, el pontificado del papa Francisco nos atravesó como obra de Iglesia; no solo por la cercanía con nuestro Padre Fundador, sino también por su constante llamado a ser una Iglesia misionera que vaya no solo a las periferias geográficas, sino también existenciales.
Su viaje a la República Democrática del Congo, en 2023, estuvo marcado por un llamado a luchar por la dignidad de la persona y la justicia social en un contexto de violencia y pobreza.
En medio de esa visita, con tintes de dolor, delegados del colegio y un grupo de alumnos pudieron hablar y mostrar la realidad esperanzadora de la misión de Fasta en Kinshasa.
En ese breve pero profundo encuentro con nuestro anterior papa, se habló sobre el contexto del colegio, de las familias que lo componen y, con un carisma especial, se nombró a cada niño allí presente y su situación particular, fuera y dentro de la institución, poniendo rostros concretos a esta realidad. Testimonios de la esperanza de esta misión.
Estos diez minutos con el Santo Padre no solo marcaron la historia de Fasta, sino también la de los niños congoleños que se forman en estas aulas. Sus trayectorias personales pueden cambiar el destino de su país. Por esto, la obra debe ser encarnación de fraternidad, servicio y defensa de la dignidad humana, y debe actuar como una respuesta concreta para poner a los pobres en el centro.
“El pueblo congoleño sufre por conflictos y desplazamientos forzados, pero sigue creyendo en la vida, sigue cantando y celebrando.”
(Homilía en la misa en Kinshasa – 1 de febrero de 2023)
La respuesta de Fasta a este llamado que hizo Francisco durante su pontificado debe ser muy concreta: misionar en África en el amor, planificando, levantando estructuras y construyendo futuros basados en valores.
“Se trata de una cultura que promueva una humanidad reconciliada, una esperanza activa, una educación que evangeliza.”
(Constitución Apostólica Veritatis Gaudium – 2018)
En el corazón del Año Jubilar de la Esperanza, el lema “Misioneros de la esperanza entre los pueblos” cobra vida concreta en Kinshasa, donde el Collège Fasta Père Fosbery se hace signo visible del Evangelio encarnado. Como nos recordó el papa Francisco, el Congo no es una tierra que explotar, sino un pueblo que merece ser escuchado, amado y acompañado. En esta obra educativa, Fasta se hace eco del sueño del Papa: que África, y en especial su juventud, sea semilla viva de reconciliación, dignidad y esperanza.