Nuestra Historia

“Porque fuimos
ciudad crecimos”

Fasta nació en la festividad de la Virgen del Rosario del año 1962, en la ciudad de Leones, provincia de Córdoba – Argentina, por iniciativa de Fr. Dr. Aníbal E. Fosbery O.P., como una institución juvenil dominicana con el objetivo de acrecentar los valores cristianos en la sociedad. 

Respondiendo así a la exhortación del Concilio Vaticano II de promover la participación de los fieles laicos en la vida y misión de la Iglesia.

En 1971 es reconocida por el Maestro General de la Orden como Fraternidad Laical de la Orden Dominicana.

En 1990 se aprueba la Fraternidad Apostólica Sacerdotal Tomás de Aquino (Fasta Sacerdotal), y se autoriza la ordenación de sacerdotes incardinados a la Arquidiócesis de Buenos Aires para el servicio apostólico prioritario de la Fraternidad Laical.

En 1993 obtuvo el primer reconocimiento diocesano por el Arzobispo de Buenos Aires como asociación privada de fieles.

El 29 de mayo de 1997, la Santa Sede, por medio del Consejo Pontificio para los Laicos, que presidía SER Monseñor James Francis Stafford, decretó el reconocimiento de la Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino como Asociación Internacional de Fieles de Derecho Pontificio.

En 2008 con los compromisos de incorporación de las primeras mujeres (catherinas) a la Fraternidad Apostólica Santa Catalina de Siena, la Ciudad Miliciana quedó conformada por tres fraternidades: laicos, sacerdotes y consagradas.

El 5 de mayo de 2022, después de 62 años de fecundo sacerdocio al servicio de la Iglesia, la juventud, la familia y la cultura, fallece el Fundador y Presidente Emérito de Fasta, Fr. Dr. Aníbal E. Fosbery O.P.

Nuestra identidad

”Milicia es la vida del hombre
sobre la tierra” Job 7,1

La Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino es una institución de la Iglesia Católica que tiene por objetivo apostólico construir la Ciudad de Dios en la ciudad de los hombres, buscando la perfección personal de sus miembros mediante la evangelización de la cultura, la familia y la juventud.

Fasta propone “asumir las estructuras temporales para ordenarlas según el espíritu del Evangelio” respondiendo así al llamamiento que hiciera el Concilio Ecuménico Vaticano II de buscar un sano equilibrio, conciliador de las tensiones entre la Iglesia y el mundo.

Con el dinamismo propio de la juventud que aspira para su vida un elevado ideal de amor a Dios y a la Patria, y abierta a las realidades cambiantes de la temporalidad, intenta infundir en la sociedad la luz de las verdades evangélicas y a partir de una visión esperanzada de la historia, transmitir los valores que iluminan desde la cultura católica a la comunidad social y política.

Desde un compromiso de fe y de acción cada miembro cumple su apostolado cotidiano, a través de la formación espiritual y consciente de los propios deberes sociales. Y “este compromiso en Fasta se expresa en la militancia, que no es otra cosa que la fidelidad perseverante y confiada a esta misión a la cual hemos sido llamados por Dios”.