En el año 2024 la Conferencia Episcopal Argentina publicó la nueva Ratio de Formación Sacerdotal que motivó a que los seminarios del país actualizarán sus proyectos a la luz de este documento. En el marco de este proceso, el lunes 24 de marzo se reunió el equipo de la Casa de Formación en la que se trabajó principalmente sobre el perfil del sacerdote de Fasta y la realidad actual de los jóvenes que transitan las comunidades.
En relación a la participación de Mons. Alejandro Giorgi en la reunión y en la dinámica de trabajo, el Padre Pedro Giunta, Director del Seminario, dijo que representa varias cosas: “en primer lugar es la representación de la Iglesia confirmando un estilo sacerdotal propio, con un carisma y una espiritualidad, y a la vez, la confirmación y validación de los cambios y reformas que estamos haciendo en el seminario. Lo segundo es que creo que representa un signo de madurez. La posibilidad de pedir ayuda, de escuchar y ser escuchados por la Iglesia. Saber que no podemos solos y que este camino lo debemos recorrer con la Iglesia. Y por último es signo de la seriedad en los planteos y del modo de trabajo porque pudimos plantear desafíos, sacar conclusiones y presentar inquietudes”.
Las tres políticas centrales de este nuevo proyecto
1- Conformación y puesta en marcha de un nuevo equipo del seminario: se ha pasado de un seminario con un equipo de conducción de una o dos personas; a un equipo de ocho y próximamente nueve personas. Un equipo interdisciplinar, intergeneracional, con sacerdotes y laicos, con varones y mujeres. Esto sin duda es una riqueza y una oportunidad; ya que se debe lograr funcionar como equipo para lograr buenos resultados.
2- Terminar de redactar y comenzar a ejecutar el nuevo proyecto de seminario: esta política implica actualizar el perfil del sacerdote de Fasta. ¿Qué sacerdote reclama la Ciudad Miliciana para los próximos 10 años? El desafío es poder identificar ciertos rasgos esenciales necesarios para los sacerdotes en el contexto del cambio de época que atravesamos. También requiere reforzar la formación humanística ampliando los campos de la filosofía y teología e incorporar literatura, historia, arte, lenguas modernas, y otras materias que nos ponen frente al desafío del diálogo y la evangelización de la cultura. Finalmente, la elaboración de los itinerarios formativos de cada etapa. Los itinerarios son una serie de encuentros por año que se abordan integralmente temas que hacen a lo esencial de la formación sacerdotal. Serían pequeños retiros que implican experiencia, doctrina, espiritualidad y mucha conciencia para que el seminarista sea protagonista de su madurez en la formación. “Esto de los itinerarios es tal vez lo más novedoso porque se convierten en el esqueleto de la formación del seminario. Es pasar de un esquema más académico que daba la filosofía y la teología a uno mucho más integral que supone la formación filosófica y teológica”, agregó el Padre Pedro..
3- Visibilizar la casa de formación para comenzar una aproximación a la “cultura vocacional”: Jesús nos invita a disponer el terreno para que puedan germinar las vocaciones. No sólo las consagradas, sino toda vocación. Por eso debemos generar situaciones que permitan preguntarnos: ¿Qué espera Dios de mí? ¿A qué me llama? ¿Qué espera el Señor de mis hijos y mis nietos? ¿Qué significa el matrimonio? ¿Qué significa el sacerdocio en mi familia? Se trata de ir generando dinámicas que profundicen la conciencia de la vida cristiana a fin de motivar el florecimiento de nuevas vocaciones. Esta política incluye acciones espirituales, económicas y de comunicación que muestran el seminario como un signo de conversión vocacional.
Sacerdotes santos, un compromiso de toda la Ciudad
En la reunión de Directorio Ampliado el Padre Pedro instó a los presentes a que toda la Ciudad se comprometa con las vocaciones sacerdotales. Ante este llamado explicó “la necesidad se plantea en orden a la cantidad y a la calidad. Más sacerdotes y santos sacerdotes. Al día de hoy, el seminario tiene el número más bajo de integrantes desde su fundación. A su vez, como Fraternidad Sacerdotal hemos atravesado algunas crisis que no invitan a la conversión personal y comunitaria. En estos cuarenta años de la Fasta Sacerdotal se nos presenta la oportunidad de volver a mirar el sacerdocio en la Ciudad Miliciana como un don. ¿Qué significa para todos y cada uno tener sacerdotes con el carisma de Fasta? ¿Qué nos pasaría personal e institucionalmente si ya no hubiera más sacerdotes propios en el movimiento o en las obras educativas? Son preguntas válidas que debemos hacernos para volver a celebrar esta gracia que Jesús nos regala.
Luego agregó “la Ciudad puede involucrarse primero rezando y profundizando la vivencia de la caridad. Renovando la mirada sobre los sacerdotes con mayor alegría y misericordia. Cuidando a los curas y mostrándoles cercanía y afecto. Conociendo y compartiendo con otros mismos el estilo del sacerdote de Fasta. Ayudando económicamente. En fin, las posibilidades son muchas y todo suma”.
Para finalizar el Director de la Casa de Formación invitó a leer y pensar en las siguientes palabras del Beato Pironio sobre el sacerdote:
“Hemos de afrontar esta hora sacerdotal con realismo, con serenidad y esperanza. El problema no es exclusivo de los sacerdotes. Ni siquiera es primordial de ellos. Fundamentalmente es de todo el pueblo de Dios. Cuando hablamos de crisis sacerdotales, hemos de plantearnos antes las crisis mismas de la comunidad cristiana. El sacerdote es con frecuencia signo y fruto de esa crisis. Hemos de preguntarnos qué está haciendo el pueblo de Dios- verdaderamente válido y esencial- para ayudar al sacerdote a superar sus problemas ¿Simplemente reza? ¡Si al menos lo hiciéramos bien!
Pero ¿no hay toda una responsabilidad activa de la comunidad cristiana frente a sus pastores? ¿No ocurre a veces que los cristianos monopolizan al sacerdote para el servicio exclusivo de su salvación? ¿No lo dejan con frecuencia en peligrosa soledad porque el sacerdote vive de lo sobrenatural y lo invisible? ¿O tal vez no le contagian fácilmente su propia superficialidad o mundanismo? ¿No son a veces los cristianos los principales responsables de la sensación de fracaso, desubicación o inutilidad de los sacerdotes?”