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Mi encuentro con las Catherinas y el descubrimiento de una fe encarnada

Por Gabriela Plaul Tomasevich, miliciana de Fasta San Francisco y madre del Colegio Fasta Inmaculada Concepción.

Mi primer encuentro con las Catherinas fue en un retiro espiritual en 2023. Fue también el primer año en que conocí Fasta como movimiento. A través de la experiencia de nuestros hijos en el colegio, empezamos a formar parte de un convivio y, con él, comenzamos a descubrir toda la obra que hay detrás. Las “cathes” eran completamente nuevas para mí.

Mi primer contacto fue con Ofelia y con Belén y en el segundo retiro conocí a Leonor. Me encontré con mujeres siempre disponibles, dispuestas a escuchar, a aconsejar, a ofrecer un espacio de contención. Mujeres muy formadas, con un profundo conocimiento, pero también con un amor inmenso, con una fe viva y una admiración sincera por Dios, por Cristo, por la Virgen y por Santa Catalina. Esa combinación entre conocimiento y pasión, entre ciencia y verdad, es difícil de resistirse. Son mujeres sabias, pero sabias también en cómo comparten y transmiten.

Cada retiro que realicé me encontró en un momento muy distinto de mi vida.

El primero ocurrió en medio de un tiempo de revolución personal y familiar. Recién nos habíamos mudado a San Francisco, y cada integrante de nuestra familia vivía ese aterrizaje a su manera, con sus propios tiempos. A veces esa falta de armonía genera tensiones: cuando no hay paciencia, cuando cuesta ver cómo está el otro, cuando no logramos acompañarnos con la mirada y el ritmo del corazón. Fue, literalmente, un retiro de la realidad. Un freno necesario para mirar, barajar y dar de nuevo.

En ese retiro conocí a Santa Catalina de Siena y fue impactante. Me cautivó descubrir a una mujer tan fuerte en sus convicciones, con una fe inconmensurable y, al mismo tiempo, una humildad desbordante. Me impactó su firmeza para pararse como una roca frente a las dificultades, soportando los golpes de las olas, los desplantes, el desprecio, con la certeza de que después llegaría la calma. Una mujer que desafió los estereotipos, guiada por la fuerza de la fe. Su convicción, su seguridad… y también su humildad al recibir los estigmas y no querer mostrarlos, siempre anteponiendo la voluntad de Dios, esperando pacientemente que el otro cayera a los pies de la Cruz y de Cristo. Me presentaron a Santa Catalina como ejemplo, y eso marcó un antes y un después.

El segundo retiro fue completamente distinto. Ya había recorrido un camino dentro de Fasta, conocía más la obra, me sentía parte de la comunidad, en familia, e involucrada en nuevos proyectos. Y una vez más, encontré en las Catherinas esa voz de consejo sereno, de escucha atenta, de ayuda para bajar el ruido y volver a enfocarme en lo esencial.

El tema que nos atravesó en el retiro de este 2025, fue la vida eterna. Un tema que, sinceramente, nunca me había cuestionado. Lo daba por sabido. Pero fue transformador charlarlo, ponerlo sobre la mesa, pensarlo como fin último. Entender hacia dónde peregrinar le dio un sentido nuevo a muchas decisiones de mi vida. Me ayudó a ordenar prioridades, a comprender hacia dónde quiero caminar, y con quién.

Soy Gabriela Plaul Tomasevich, estoy casada con Leandro T. Micheletti; juntos formamos una familia con dos hijos: Antonio y Amalia. Somos parte de Fasta San Francisco y ésta fue mi experiencia conociendo a las Catherinas. 

Como mujer, como mamá, esposa, hija, profesional, hermana y todos esos roles hermosos que nos toca vivir (en simultáneo); te recomiendo que no te pierdas de tomar un café con las Cathes. Conocerlas vale la pena.

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