Spirituality

"Spirituality is a personal and collective way of expressing the experience of God's Mystery"

Fr. Dr. Aníbal E. Fosbery, O.P., "The spirituality of Fasta"

14 de septiembre

Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz

“Aparte de la Cruz no hay otra escalera por la que podamos llegar al Cielo”

Santa Rosa de Lima

Para reflexionar sobre Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz

Te invito a leer: San Juan 3, 13-17

Jesús dijo:
«Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo.
De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en Él tengan Vida eterna.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.»

Palabra del Señor.

“Para un cristiano, exaltar la cruz quiere decir entrar en comunión con la totalidad del amor incondicional de Dios por el hombre. Es hacer un acto de fe. Exaltar la cruz, en la perspectiva de la resurrección, es desear vivir y manifestar la totalidad de este amor. Es hacer un acto de amor. Exaltar la cruz lleva a comprometerse a ser heraldos de la comunión fraterna y eclesial, fuente del verdadero testimonio cristiano. Es hacer un acto de esperanza”.

Benedicto XVI, Papa Emérito

Te invito a rezar: Litaniae de Sanctae Crucis
LITANIAE DE SANCTAE CRUCIS, (ex sanctis Patribus)

Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad
Padre Santo, óyenos
Padre Justo, escúchanos
Dios Padre Celestial, ten piedad (en las invocaciones siguientes se responde de la misma manera)
Dios Hijo Redentor del mundo,
Dios Espíritu Santo,
Santa Trinidad, un solo Dios,
 
Anhelo de los patriarcas y profetas, defiéndenos
Pregón de los apóstoles,
Corona de los mártires,
Gozo de los sacerdotes,
Galardón de las vírgenes,
Poder de los reyes, protégenos
Ornamento de la Iglesia,
Esperanza de los cristianos,
Prenda de los que adoran a Cristo,
Gloria de todos los ortodoxos,
Corona nuestra, sálvanos
Paz del firmamento,
Puerta del Paraíso,
Leño de las maravillas de Dios,
Baluarte de la fe,
Vida de los justos, ayúdanos
Resurrección de los muertos,
Llave del Reino de los Cielos,
Socorro de los pobres,
Puerto de los que están en peligro,
 
Signo de pureza, ilumínanos
Documento de santidad,
Dispensadora de castidad,
Palma de inmortalidad,
Tesoro entre todos los bienes,
Consuelo de los atribulados, custódianos
Protectora de los desesperados,
Destructora de herejías,
Disipadora de tentaciones,
Vencedora de los enemigos,
Salud de los fieles, asístenos
Embellecida por los Miembros de Cristo,
Ennoblecida con la Sangre de Cristo,
Santificada por el contacto con el Cuerpo de Cristo,
Señal del Hijo de Dios que da vida,
Fuente de sanación, confórtanos
Contrato de libertad,
Altura de los cielos,
Profundidad de la tierra,
Latitud de todo el orbe,
 
Triunfadora contra los demonios, rescátanos
Extinción de los pecados,
Victoria del mundo,
Vencedora de la muerte,
Destrucción de los infiernos,
 
De todo mal, líbranos, santa Cruz,
De todo pecado,
Del poder del diablo,
De toda superstición y maleficio demoníacos,
De las insidias de todos los enemigos,
De la peste, el hambre y la guerra,
De toda enfermedad,
Del rayo y la tempestad,
Del temor a morir,
De la muerte súbita e imprevista,
De la eterna condenación,
En la hora de la muerte,
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, escúchanos, Señor
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros.

Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Padrenuestro…

 
V. Por el Madero hemos sido santificados.
R. Por el Madero hemos sido redimidos.
 
V. El fruto de un  árbol nos envenenó.
R. Pero el Hijo de Dios nos salvó.
V. De nuestros enemigos, por el Signo de la Cruz.
R. Líbranos, Dios nuestro.
V. Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.
Oraciones
 
Mira con bondad, Señor, a esta familia tuya, por la que nuestro Señor Jesucristo no dudó en entregarse a sus verdugos y padecer el tormento de la Cruz.
 
Te rogamos, Señor, que nos custodies en paz duradera, a los que te has dignado redimir en el Leño de la santa Cruz.
 
Asiste, Señor y Dios nuestro,  a quienes has alegrado con el Misterio de la Cruz santa, y protégenos en todo momento.
 
Señor Dios, te rogamos que concedas la salvación a este pueblo suplicante, y lo instruyas en tus caminos, para que sea consolado en las tribulaciones presentes y siguiéndote, pueda alcanzar los bienes eternos.
 
Dios, que nos alegras con la continua conmemoración de la santa Cruz, concédenos, te rogamos, que los que hemos conocido su Misterio en la Tierra, merezcamos en el Cielo los premios de la eterna redención que en ella nos adquirió Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
 
V. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia divina, descansen en paz.
R. Amén.
San Juan Pablo II

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San Juan Pablo II

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Santa Teresita del Niño Jesús

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Santa Rosa de Lima

"For where two or three are gathered together in my name, there am I in the midst of them."

Mt. 18:20

Submit your intentions, so we can pray for them:

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse. Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Con gran admiración y estupor decían: «¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua? Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma,  judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios». Unos a otros se decían con asombro: «¿Qué significa esto?». Algunos, burlándose, comentaban: «Han tomado demasiado vino». 

Palabra de Dios.

Queridos hermanos y hermanas, queridos jóvenes:

Como cada año, en el Domingo de Ramos, nos conmueve subir junto a Jesús al monte, al santuario, acompañarlo en su acenso. En este día, por toda la faz de la tierra y a través de todos los siglos, jóvenes y gente de todas las edades lo aclaman gritando: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!».

               Pero, ¿qué hacemos realmente cuando nos unimos a la procesión, al cortejo de aquellos que junto con Jesús subían a Jerusalén y lo aclamaban como rey de Israel? ¿Es algo más que una ceremonia, que una bella tradición? ¿Tiene quizás algo que ver con la verdadera realidad de nuestra vida, de nuestro mundo? Para encontrar la respuesta, debemos clarificar ante todo qué es lo que en realidad ha querido y ha hecho Jesús mismo. Tras la profesión de fe, que Pedro había realizado en Cesarea de Filipo, en el extremo norte de la Tierra Santa, Jesús se había dirigido como peregrino hacia Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Es un camino hacia el templo en la Ciudad Santa, hacia aquel lugar que aseguraba de modo particular a Israel la cercanía de Dios a su pueblo. Es un camino hacia la fiesta común de la Pascua, memorial de la liberación de Egipto y signo de la esperanza en la liberación definitiva. Él sabe que le espera una nueva Pascua, y que él mismo ocupará el lugar de los corderos inmolados, ofreciéndose así mismo en la cruz. Sabe que, en los dones misteriosos del pan y del vino, se entregará para siempre a los suyos, les abrirá la puerta hacia un nuevo camino de liberación, hacia la comunión con el Dios vivo. Es un camino hacia la altura de la Cruz, hacia el momento del amor que se entrega. El fin último de su peregrinación es la altura de Dios mismo, a la cual él quiere elevar al ser humano.

               Los Santos Padres han dicho que el hombre se encuentra en el punto de intersección entre dos campos de gravedad. Ante todo, está la fuerza que le atrae hacia abajo – hacía el egoísmo, hacia la mentira y hacia el mal; la gravedad que nos abaja y nos aleja de la altura de Dios. Por otro lado, está la fuerza de gravedad del amor de Dios: el ser amados de Dios y la respuesta de nuestro amor que nos atrae hacia lo alto. El hombre se encuentra en medio de esta doble fuerza de gravedad, y todo depende del poder escapar del campo de gravedad del mal y ser libres de dejarse atraer totalmente por la fuerza de gravedad de Dios, que nos hace auténticos, nos eleva, nos da la verdadera libertad.

               Tras la Liturgia de la Palabra, al inicio de la Plegaría eucarística durante la cual el Señor entra en medio de nosotros, la Iglesia nos dirige la invitación: “Sursum corda – levantemos el corazón”. Según la concepción bíblica y la visión de los Santos Padres, el corazón es ese centro del hombre en el que se unen el intelecto, la voluntad y el sentimiento, el cuerpo y el alma. Ese centro en el que el espíritu se hace cuerpo y el cuerpo se hace espíritu; en el que voluntad, sentimiento e intelecto se unen en el conocimiento de Dios y en el amor por Él. Este “corazón” debe ser elevado. Pero repito: nosotros solos somos demasiado débiles para elevar nuestro corazón hasta la altura de Dios. No somos capaces. Precisamente la soberbia de querer hacerlo solos nos derrumba y nos aleja de Dios. Dios mismo debe elevarnos, y esto es lo que Cristo comenzó en la cruz. Él ha descendido hasta la extrema bajeza de la existencia humana, para elevarnos hacia Él, hacia el Dios vivo. Solamente así nuestra soberbia podía ser superada: la humildad de Dios es la forma extrema de su amor, y este amor humilde atrae hacia lo alto. …

               La cuestión de cómo el hombre pueda llegar a lo alto, ser totalmente él mismo y verdaderamente semejante a Dios, ha cuestionado siempre a la humanidad. Ha sido discutida apasionadamente por los filósofos platónicos del tercer y cuarto siglo. Su pregunta central era cómo encontrar medios de purificación, mediante los cuales el hombre pudiese liberarse del grave peso que lo abaja y poder ascender a la altura de su verdadero ser, a la altura de su divinidad. San Agustín, en su búsqueda del camino recto, buscó por algún tiempo apoyo en aquellas filosofías. Pero, al final, tuvo que reconocer que su respuesta no era suficiente, que con sus métodos no habría alcanzado realmente a Dios. Dijo a sus representantes: reconoced por tanto que la fuerza del hombre y de todas sus purificaciones no bastan para llevarlo realmente a la altura de lo divino, a la altura adecuada. Y dijo que habría perdido la esperanza en sí mismo y en la existencia humana, si no hubiese encontrado a aquel que hace aquello que nosotros mismos no podemos hacer; aquel que nos eleva a la altura de Dios, a pesar de nuestra miseria: Jesucristo que, desde Dios, ha bajado hasta nosotros, y en su amor crucificado, nos toma de la mano y nos lleva hacia lo alto.

               Subimos con el Señor en peregrinación. Buscamos el corazón puro y las manos inocentes, buscamos la verdad, buscamos el rostro de Dios. Manifestemos al Señor nuestro deseo de llegar a ser justos y le pedimos: ¡Llévanos Tú hacia lo alto! ¡Haznos puros! Haz que nos sirva la Palabra que cantamos con el Salmo procesional, es decir que podamos pertenecer a la generación que busca a Dios, “que busca tu rostro, Dios de Jacob” (Sal 23, 6). Amén.

Homilía del santo padre Benedicto XVI, domingo 17 de abril de 2011.

Dios todopoderoso y eterno,
tú mostraste a los hombres
el ejemplo de humildad de nuestro Salvador,
que se encarnó y murió en la cruz;
concédenos recibir las enseñanzas de su Pasión,
para poder participar un día de su gloriosa resurrección.

Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

We join together in prayer!

Thank you for sharing your intentions.

The priests and Catherines of Fasta will pray for them!