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Fiesta de todos los Santos

Recordamos a todos los santos que son todas aquellas hijas e hijos de Dios que vivieron la fe, la esperanza y la caridad siguiendo el ejemplo de Jesús, y que practicaron las Bienaventuranzas.

Todos los santos-web

Te invito a leer

“Pablo, Apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, saluda a los santos que creen en Cristo Jesús. Llegue a ustedes la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo,nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor.”

Palabra de Dios.

Te invito a meditar

El Señor en el Evangelio nos manda sed santos como vuestro Padre celestial es Santo (Mt 5,48) San Pablo nos dice en su carta a los Efesios: Dios nos quiere santos e inmaculados en su presencia (Ef 1,4)

¿Qué es entonces la santidad? Si Jesús la reclama, si el Apóstol nos señala el querer de Dios como un querer de santidad, tiene que ser algo real […] Visto desde nosotros, cuando Dios nos manda que seamos santos, nos está queriendo significar que nos apartemos de todo lo que sea imperfección. Y esta es la vocación real de la vida cristiana […] Pero no puede ser considerada exclusivamente desde una perspectiva ética y, vale, pero aquí hay otra realidad mucho más honda y misteriosa. No se trata solamente que me aparte de toda imperfección, sino que la santidad consiste en vivir en comunión con Dios y hacer que Dios sea el que es en mi vida. Entrar en comunión con Dios, es intentar penetrar en el misterio del querer de Dios. A partir de allí la santidad se transforma en un proyecto personal, “mi ideal de santidad”[…] Esto significa tener como ideal la comunión de mi vida con la vida de Dios. Ese es el punto último de llegada de mi vida, de tal modo que no hay otro ideal.

El ideal de santidad personal, ya está inserto en mi corazón y en mi espíritu, como una semilla de gracia que Dios me ha puesto desde mi bautismo. Desde que me nombró con mi nombre, y al nombrarme con mi nombre me signó con una vocación, con un llamado, con una misión, con un camino de santidad. Ahí es donde tengo que encontrar mi comunión con Dios. No lo tengo que inventar al camino, lo tengo que descubrir desde el misterio […] Esta será la tarea de toda nuestra vida.

En el día de la Festividad de todos los santos pidámosle a los Patriarcas, a los Profetas y a los primeros mártires que fueron los santos inocentes, a la Virgen […] y a nuestros santos dominicos, mártires, confesores, doctores, vírgenes, la gracia de discernir nuestro ideal personal de santidad, para poder avanzar con estas profundas actitudes en el corazón […] Para que aparezca el amor que Dios ha derramado sobre mi vida para que pueda ser definitivamente su hijo y su heredero y también pueda descubrir que allá en el cielo hay un hueco, el hueco de mi escuadra, que es el hueco de mi espacio de santidad que he venido a ocupar por vocación y por misión en la Ciudad Miliciana.

Te invito a rezar

El Papa Francisco nos recordaba en la Exhortación Apostólica sobre la Santidad en el mundo actual: “Puede haber muchas teorías sobre lo que es la santidad, abundantes explicaciones y distinciones. Esa reflexión podría ser útil, pero nada es más iluminador que volver a las palabras de Jesús y recoger su modo de transmitir la verdad. Jesús explicó con toda sencillez qué es ser santos, y lo hizo cuando nos dejó las bienaventuranzas (cf. Mt 5,3-12; Lc 6,20-23). Son como el carnet de identidad del cristiano. Así, si alguno de nosotros se plantea la pregunta: «¿Cómo se hace para llegar a ser un buen cristiano?», la respuesta es sencilla: es necesario hacer, cada uno a su modo, lo que dice Jesús en el sermón de las bienaventuranzas. La palabra «feliz» o «bienaventurado», pasa a ser sinónimo de «santo», porque expresa que la persona que es fiel a Dios y vive su Palabra alcanza, en la entrega de sí, la verdadera dicha.”

Por eso te invito a rezar, meditar y guardar en el corazón como oración final para este espacio las Bienaventuranzas:

“Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a Él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:

«Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.

Felices los afligidos, porque serán consolados.

Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.

Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.

Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.

Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.

Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.

Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.

Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo.” (Mt   4,25-5,12)

 

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