Buscar

Ese “sí” que dijimos al comienzo sigue latiendo

Testimonio de Nubia Ramírez, convivio Santa Catalina de Siena

Para mí, todo comenzó hace unos 11 años, cuando conocimos al Padre Sebastián. En él veíamos algo especial: esa luz que uno no puede explicar, pero que se nota. Su carisma, su amor, su espíritu de servicio, su presencia. Estaba siempre corriendo de un lado a otro en la parroquia, llenando las misas, sirviendo con alegría. Y poco a poco, todos nos fuimos enamorando de esa luz.

Aunque no te conociera personalmente, él se ponía de pie por vos. Empezamos a hacernos preguntas: ¿quién es este hombre? ¿Qué es esta espiritualidad que vive? ¿Qué es esto de los dominicos? Muchos no conocíamos nada de eso. Pero algo nos atraía. Dios fue despertando en nosotros una inquietud nueva. Y así comenzamos a descubrir el amor entre nosotros, el amor por esta comunidad, por estar juntos.

En ese entonces éramos muchos. Ahora somos menos, pero seguimos estando. Lo importante es que estamos. Que perseveramos. Y que ese “sí” que dijimos al comienzo sigue latiendo.

Tuvimos también la oportunidad de viajar a Argentina, a un Consejo Plenario. Y fue una experiencia maravillosa. Lo que más me impactó fue que, sin conocernos, la gente nos recibía como si fuéramos de la familia. Con abrazos, con cariño, con calor humano. Y nos preguntábamos: ¿a qué viene este amor? Ahí entendimos que todo eso venía del Padre Celestial. Que todo eso nos iba llenando el alma. Y nos empujaba a seguir, a perseverar.

Más adelante, tuvimos otro reencuentro en Roma. Y volvimos a sentir lo mismo: ese amor fraterno que traspasa la distancia. Aunque no estemos cerca físicamente, sentimos su amor. Y eso se los agradecemos profundamente. Hace un año, por ejemplo, cuando Ángel tomó la colecta, recibimos un mensaje del Padre César y de Alejandro… ¡no podíamos creerlo! Están lejos, pero se sienten tan cerca… Gracias de corazón.

Esa semillita de fe que ustedes sembraron hace más de diez años en nosotros ha seguido creciendo. Y aunque estemos lejos, su presencia nos fortalece. Nos ayuda cuando el barco se tambalea. Porque, como dijo el Padre, hemos vivido de todo: alegrías, lágrimas, tristezas, soledades. Pero Fasta siempre está. Siempre nos despierta, nos anima, nos fortalece el alma. Nos ayuda a crecer física, moral y espiritualmente.

No tenemos palabras para agradecerles. Aquí en San Antonio siempre van a tener una familia que los espera con los brazos abiertos. Una familia que corre al encuentro, justo antes de llegar a la calle. Una familia de hermanos.

Ojalá el Señor nos regale muchas más oportunidades para reencontrarnos, para abrazarnos físicamente. Pero que también nos llene de Su gracia, para seguir caminando juntos hacia la eternidad. Esta obra que queremos formar aquí, con la guía del Espíritu Santo, es un regalo de Dios.

Gracias Rosario. Sos una de las grandes. Tu perseverancia, tu constancia, nos ha hecho crecer a todos. Gracias por estar siempre dispuesta, por compartir lágrimas, estudios, oraciones. Todo eso ha sido un regalo de Dios.

Como dice el Padre: esperanza y caridad… y mucho gozo.
Gracias a todos. Gracias Padre.
Y como siempre: a tus órdenes.

Comparte esta noticia

Noticias relacionadas

Suscríbete a
+Cerca

y empieza a recibir
noticias, novedades, actividades y recursos formativos de tu interés
¡por tus canales favoritos!