Rechercher

Solemnidad de Pentecostés

Pentecostés-web

Te invito a leer

“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse”.

Te invito a meditar

El Espíritu Santo es un don que se le da a la Iglesia. Está enviado a todos los hombres y a cada uno en particular. El Apóstol Pablo en la Epístola a los Gálatas, lo señala diciendo “que la prueba de que somos hijos de Dios, es que Dios derramó en vuestros corazones el Espíritu Santo, que nos hace clamar Abba, Padre”. (Ga 4, 4-7)

El Espíritu Santo está presente en la Iglesia como promesa. Esta percepción de la presencia del Espíritu Santo en la Iglesia, fue prometida por Jesucristo; “rogaré al Padre, y Él os enviará un abogado que estará siempre con vosotros”, de modo perpetuo, como un principio estimulante, motivador de todo lo que dice en la Iglesia orden a la santidad.

El Espíritu ha sido enviado a la Iglesia ya constituida , para que obre en lo interior, en lo invisible, en aquello que mira exclusivamente a la presencia de la vida de Dios en nuestras almas.

Los Apóstoles la construyen hacia afuera, la administran, la regulan y hacia adentro, convocando al Espíritu Santo a través del poder del orden.

Así es como la Iglesia de Cristo es edificada por el Espíritu en el corazón de cada uno de los creyentes. Entonces nos podríamos preguntar ¿qué hay que hacer para que el Espíritu que ha soplado en la Iglesia, que es fuego, que cayó sobre la cabeza de los apóstoles, llegue también a nosotros? Conviértanse- dice Pedro- “Arrepiéntanse de los pecados, bautícense y entonces también el Espíritu va a ser derramado en vuestros corazones (Hch 2, 38-41)

El Espíritu hace que los bautizados, cuando están arrepentidos de sus pecados, cuando están con el corazón humillado, cuando invocan el nombre del Señor, puedan unirse al misterio de la vida divina, del amor de Dios. Hace que puedan ser sobreelevados, quitados del tiempo, quitados del pecado, de la corrupción e iluminados, purificados, restaurados, perdonados. Se va dando una asimilación con la vida divina. El Espíritu nos va haciendo más espirituales por la acción transfigurante de la gracia santificante en nuestros corazones.

Dios nos llama a que también nosotros seamos protagonistas de la construcción de la Iglesia junto a los Apóstoles. Sostenidos por el Espíritu, también ayudo a construir la Iglesia.

En la medida en que cada uno de nosotros se disponga a participar con mayor fuerza, con mayor plenitud, con mayor esplendor… aparece la historia y la vida de la Iglesia, el milagro de la vida de la Iglesia en medio de la vida y la historia de los hombres.

 

“Arrepiéntanse de sus pecados, bautícense y entonces recibirán el Espíritu Santo”.

Te invito a rezar

Ven Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo.

Padre amoroso del pobre, don en tus dones espléndido.

Luz que penetras las almas, fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestros esfuerzos.

Tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego.

Gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos.

Mira el vacío del alma si Tú le faltas por dentro.

Mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo.

Lava las manchas. Infunde calor de vida en el hielo.

Doma el espíritu indómito. Guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos.

Por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito.

Salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.

Amén.

Canción:
https://www.youtube.com/watch?v=HJ622tR3QnY 

Comparte esto